En plena Serranía de Ronda nos encontramos El Valle del Genal. Su ubicación estratégica, a 20 minutos de Ronda y a 50 de Marbella, lo hace ideal para una escapada de turismo rural para el puente de la Inmaculada o para Navidad. Si nos planteamos conocer y disfrutar de todo lo que estas tierras nos pueden ofrecer, únicamente debemos colgarnos la mochila, ponernos las botas y !a andar!
El viaje podemos hacerlo en coche, acercándonos en primer lugar hasta Parauta, precioso pequeño pueblo, con gente encantadora y casitas blancas, a las que los vecinos le han puesto nombres (villa Luisa, Casa de Antonio, la Tetona, etc.). Parauta está ubicada en el declive de una ladera y nada más abandonar el pueblo nos encontramos con los castaños. Bajamos por un sendero tapizado por las fundas de las castañas que han ido cayendo de los árboles y que parecen erizos dorados. Pero cuidado al tocarlos, porque, como ellos, pinchan bastante.
Todo el sendero se encuentra bordeado de castaños, que ahora en otoño tienen hermosas tonalidades que van desde el dorado hasta el rojo. Los hay más amarillentos, aunque todavía quedan algunos que conservan algún verde del verano. Cuando subimos alguna cuesta y los vemos a nuestros pies cubriendo toda la sierra, es un regalo para la vista.
Siguiendo el camino que nos obliga a subir y bajar sin cesar por las pequeñas sierras que va jalonando, siempre cerca del cauce del río Genal. Este río lo tendremos que atravesar en algunas ocasiones, aunque es fácil y se puede pasar sin dificultad, ya que es pequeño y con poco caudal. Pronto llegamos a Cártajima, otro pequeño pueblo con mucho encanto. Cártajima está sobre una montaña y cuando entramos en el pueblo encontramos a su gente, con puertas y ventanas abiertas y todo lleno de macetas y aromas de cocinas en el ambiente. Paramos a comer algo para reponer fuerzas. Buscamos en el pueblo algún lugar apropiado y nos indican una tasquita donde tuvimos ocasión de degustar la excelente chacina del lugar. Ya con las pilas puestas, después del descanso y el refrigerio, salimos del pueblo, despidiéndonos de sus amables vecinos y de los burros y caballos que encontramos por estos senderos.
Seguimos andando, siempre entre los castaños. Algunos tienen un tamaño impresionante que nos sorprende a todos. Leemos al pie de uno de ellos que tiene más de 300 años. Entre los castaños hay algunos olivos, encinas, matorrales y si vamos con tiempo y nos entretenemos un poco, podemos pasar un rato buscando setas. Precisamente en el pueblo al que llegaremos a continuación existe un centro de interpretación micológica.
El punto final de nuestro sendero es Júzcar. Hemos andado ya aproximadamente unos 12 kms. La dificultad es media porque vamos subiendo y bajando cuestas, pero si nos lo tomamos con tranquilidad se lleva bastante bien.
!Sorpresa!, Júzcar es azul. Le llaman el pueblo Pitufo porque todo él está lleno de cabezudos, pinturas en paredes y motivos referentes a estos simpáticos personajes. Las calles están llenas de niños con las caras pintadas de azul. Han instalado puestos por todas partes con detalles de artesanía y, claro está, con Pitufos de cualquier forma y tamaño.
Es una ruta que os recomiendo para una escapada de turismo rural a todos los amantes del senderismo, y si puede ser con vuestros hijos, ellos os lo agradecerán bastante, sin duda.
