La Garrotxa, comarca volcánica (II) – Olot

Tal y como adelantábamos en la primera entrega de esta serie sobre la comarca de la Garrotxa, su capital, situada prácticamente en el centro geográfico del territorio, ofrece características que la hacen única por su dinamismo, actividad industrial y comercial, vida cultural y circunstancias históricas, al mismo tiempo que se sitúa en un marco natural de singular atractivo.

La ciudad está situada dentro del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, contando en el mismo centro y sin ir más lejos, con una muestra destacada: el Montsacopa. Además de este patrimonio natural, la población y sus proximidades son un buen ejemplo de recuperación de elementos vinculados a los espacios naturales, como el Jardín Botánico de flora autóctona, la red de senderos Itinerànnia, la Vías Verdes o el Parque de Piedra Tosca, así como la zona de humedales de la Moixina, un tranquilo reducto de paz sorprendente también para los amantes del arte, que lo identifican con los pintores paisajistas de la Escuela de Olot.

La arquitectura modernista y los paseos arbolados son los elementos más cautivadores de la ciudad, aunque también podemos encontrar en ella otros estilos arquitectónicos, como el Claustro del Carmen (s. XVII) o la Iglesia de San Esteban (s. XVIII). El primero, perteneciente al antiguo convento del Carmen, fue proyectado por Llàtzer Cisterna y es la pieza arquitectónica de la villa, declarado Monumento de Interés Histórico-artístico por su valor representativo del Renacimiento en Cataluña. La Iglesia de San Esteban es una construcción de gran volumen, de las más emblemáticas de Olot, a lo que contribuye su escalinata, realizada durante el s. XIX. En su interior destaca el retablo barroco del Roser, la escultura del altar mayor, obra de Josep Clarà, un Cristo de Ramon Amadeu y el valiosísimo Cristo abrazado a la cruz del Greco, que se encuentra en el Museo Parroquial, así como numerosas piezas y ornamentos litúrgicos, imágenes de plata repujada, tallas barrocas de madera, el retablo de la Crucifixión del Maestro de Olot, obra de Mariona Corominas y Noguera (s. XV) y fragmentos de una cruz gótica del s. XIV.

El núcleo antiguo es el punto neurálgico del comercio que incluye artesanía y los productos locales de toda la vida, además de los comercios propios de una ciudad moderna con vinculación con la moda, el arte y la gastronomía de calidad. La Feria de Sant Lluc, celebrada desde 1314 es el principal exponente de esta tradición comercial.

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En próximas entradas, concluiremos nuestro recorrido por la capital de la Garrotxa y ofreceremos algunas pinceladas de los otros muchos atractivos de la comarca pirenaica.

Fotos: Guillermo Pérez
Para más información: Turismo de la Garrotxa // Turismo de Olot

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