La región de Aude, en el departamento de Languedoc-Rosellón, es un verdadero compendio de culturas que, a lo largo de la historia, fueron dejando su huella, conformando un paisaje lleno de enclaves de gran belleza e importancia histórica. La religión cátara, uno de los muchos cismas o herejías que se sucedieron en época medieval, hallaron en esta tierras su último refugio en el s. XIII. En 1209 los señores de estos castillos, colgados de cimas rocosas, se negaron a rendirse a la cruzada vigente en el sur de Francia, hasta su claudicación final en 1255.
El castillo de Puilaurens, erigido a 697 metros de altitud, fue fundado en 986, y desde su emplazamiento dominaba todo el valle de Fenouillèdes. Pertenecía a la abadía de Saint-Michel-de-Cuxa y sobrevivió hasta el final de las cruzadas cátaras lideradas por Simón de Montfort, que no logró provocar su rendición. Este castillo contaba con la defensa más impenetrable, gracias a sus sólidas murallas y la torre del homenaje del siglo XII. El de Quéribus, construido en el s. XI a 730 metros de altitud, domina la llanura de Rosellón. Se cree que este fue el bastión final de la resistencia cátara.
El paraje de Peyrepertuse es excepcional: La muralla enlaza el castillo inferior del siglo XI, que alberga la iglesia de Sainte-Marie y la residencia del gobernador, con el castillo superior del siglo XIII, formado a su vez por la capilla y la torre de San Jordi. El castillo inferior fue construido como bastión en el siglo XI por los reyes de Aragón.
Además de estos castillos, también la fortaleza inexpugnable de Carcasona, ya mencionada en esta serie de entradas, se cuenta entre los castillos cátaros, así como las ruinas del castillo de Aguilar, erigidas en el s. XII en la punta de una aguja rocosa. Son asimismo de interés los castillos de Arques, Lastours, Puivert, Saissac, Termes, Villerouge-Termenès y Fanjeaux.
Fotos: P.Palau / Sunfrance.com
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