Sicilia (IV) – Sciacca, Caltanisetta, Catania, Acireale y Caltagirone

A corta distancia de la ciudad de Agrigento, que visitábamos en la última entrada de esta serie, dedicada a la isla mediterránea de Sicilia, se encuentra la localidad de Sciacca, conocida por su relevancia como puerto y por sus aguas termales, pero también por sus numerosos monumentos de todas las épocas. El Duomo, dedicado a Santa María Magdalena, fue fundado en el s.XII, aunque totalmente reformado en el XVIII, y esconde la estatua de la Madonna della Catena, atribuida a Francesco Laurana. Encontraremos otros lugares de interés en el Palazzo Steripinto, uno de los más clásicos ejemplos de arte plateresco en la isla, la iglesia de Santa Margherita, de estilo gótico-renacentista, la Puerta de San Salvatore o la iglesia del Carmineo. Además, las fuentes termales, entre las que destacan las Stufe di San Calogero, dos grutas que emiten vapor con una temperatura entre 38 y 42º C, a modo de sauna natural.

Ya en el interior, la ciudad de Caltanisetta se alza sobre una colina a 600 m, y debe su su desarrollo en la Antigüedad y Edad Media a la presencia de minas de azufre, hoy abandonadas, que se intentan explotar en la actualidad como lugar de memoria y reclamo turístico. Su Catedral, dedicada a Santa Maria la Nova y San Michele, se empezó a construir en el s. XVI, y aloja en su techo frescos del pintor flamenco Guillermo Borremans del s. XVIII. En frente de ésta, la bellísima Fontana del Tritone. El Palazzo Moncada, del s. XVII, erigido por Luigi Guglielmo Moncada, virrey de Cerdeña y Sicilia y Conde de Caltanisetta, es una buena representación del barroco siciliano. Son también de obligada visita la iglesia de Sant’Agata al Collegio, el Castillo de Pietrarossa o la Abadía de Santo Spirito.

Pintoresca y ruidosa, Catania es la ciudad del volcán. El Etna domina desde las alturas el continuo movimiento que anima sus calles, un hecho que ha marcado fuertemente el carácter de sus habitantes, siempre activos y dispuestos a dar vida a una ciudad que ha tenido que resurgir de sus cenizas en numerosas ocasiones. Ciudad oscura, edificada con la piedra negra del volcán, pero luminosa por la presencia casi perenne del sol, aloja testimonios de su antigüedad en sus numerosos monumentos: La Fontana dell’Elefante, la Catedral de Sant’Agata, el Castello Ursino -hoy sede del Museo Comunale-, el Teatro Romano y el Odeon, la iglesia de la Badia de Sant’Agata, el Palazzo Biscari, la via Crociferi, el Monasterio Benedictino de San Nicolò l’Arena y el Anfiteatro Romano.

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La ciudad costera de Acireale también cuenta con una historia de cerca de 3.000 años, dominada por conquistas, devastaciones y reconstrucciones, debidas a la mano del hombre y a la acción del volcán. Junto a elementos bizantinos y moriscos, supervivientes de los numerosos movimientos sísmicos, encontramos obras fundamentalmente barrocas, como el Duomo y la notable iglesia de San Sebastiano. En Caltagirone, conocida por sus espléndidas cerámicas, la furia del interior de la tierra también ha provocado que los restos más remotos sean escasos, así que hoy la vemos como una ciudad típicamente barroca: el Duomo, el edificio de la Corte Capitanale, la iglesia jesuita de Gesù, la iglesia de San Giacomo y la majestuosa escalinata de Santa Maria del Monte, dan fe de ello.

Fotos: Turismo de Sicilia
Para más información: Web de turismo de Sicilia

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