Túnez, Sidi Bou Said. Blanco y azul sobre azul

Sidi Bou Said es uno de esos lugares que poseen algo que enamora al viajero. Está en África, a unos veinte kilómetros de la capital de Túnez, a diez km. de su aeropuerto y a orillas del Mediterráneo. Sus calles de blanco y azul suben por los acantilados alejandose del mar azul y acercandose al azul del cielo.
En Sidi Bou Said todo es blanco y azul.
Pero esta pequeña villa es algo más. En el siglo XIII, un hombre especial se retiró a este acantilado para encontrarse con Dios. Es tierra santa, cualquier establecimiento puede estar construido sobre un antiguo templo sufí.
En el año 1912, el barón inglés Rodolphe d’Erlanger quedó prendado de este lugar y se hizo construir un palacio en el acantilado para contemplar el atardecer. Él descubrió los encantos de Sidi Bou Said al mundo occidental y hoy puedes pasear por su mansión, La Estrella de Venus, que actualmente acoge el Centro de Músicas Árabes y Mediterráneas.
En 1920, Rodolphe d’Erlanger aprobó una ley que obligaba a los habitantes de Sidi Bou Said a pintar y mantener sus casas de color blanco y las puertas, ventanas y rejas de color azul claro.
Por las calles, siempre inclinadas, te encontrarás con artistas, escritores, poetas, pintores, gente que elige este peculiar pueblo para descansar, inspirarse y trabajar como hizo, entre otros, Paul Klee, contemplar la puesta de sol, subir las escaleras del Café des Nattes y tomar un té con hierbabuena, miel y piñones mientras la música del mediterráneo oriental suena en la radio. Al fondo las playas de La Marsa, las preferidas por las clases altas de Túnez.
Sidi Bou Said es un pueblo acogedor y bastante liberal para las costumbres de un país islámico.
A ambos lados de una calle sin aceras verás muchas tiendas de todo tipo, bazares y pequeños
talleres donde se elabora de todo, bolsos de piel de camello, adornos en platos de cobre o adornos de plata, pipas de agua, arguilas, bellas jaulas, marionetas, espadas…. La calle principal de Sidi Bou Said es un gran zoco que se extiende entre callejuelas y callejones.
Sentirás que tu mirada se tiñe de blanco y azul, tu alma también.
Perderte por esas calles que se elevan y descienden una y otra vez , mientras te alejas del bullicio del mercado, ni un solo ruido altera la paz y el silencio entre casas blancas de puertas tan azules que no parece real.

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Si sigues las calles hacia lo alto, hay menos gente y encontrarás rincones que te sorprenderán, calles adornadas con buganvillas de todos los colores, placitas que dan al mar, pátios que te atraen con el frescor de sus árboles y el aroma de sus flores y artísticas puertas… por supuesto azules.
Después de este embriagador paseo y antes de volver a la bulliciosa calle principal, busca el Café Sidi Chaabane que practicamente cuelga sobre el mar en varias terrazas. Allí podrás saborear,
un delicioso té con menta, piñones y las más bellas vistas sobre el Golfo de Túnez.
Se encuentran cerca Cartago y La Marsa.
Monumentos Dar Annabi.
Mezquita-Zaouia de Sidi Bou Said, construida por Hussein Bey I.
Palacio del Barón Erlanger.

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