Amsterdam está considerada como una de las ciudades más bellas de Europa, a la vez que romántica, al igual que Venecia debido a los canales que dan forma a la ciudad. Estos cursos de agua se combinan con multitud de puentes distribuidos por toda la ciudad. Esta estructura acuática ofrece la posibilidad de recorrer los recovecos de este lugar paseando en barco, algo que no puedes hacer en la mayoría de las ciudades del mundo. Existen botes para alquilar entre cuatro personas con remos a pedal. Pero la opción más común y más utilizada por sus habitantes es la bicicleta. Además, el gran número de estos vehículos que inundan las calles, es algo que llama la atención a todo aquel que llega allí por primera vez.
Amsterdam es un ciudad distinta, de carácter tolerante y abierto. Muestra de ello son los más que conocidos coffee shops, o el controvertido Barrio Rojo.
Existen numerosos museos en Amsterdam (más de cincuenta), como el Museo Van Gogh o el Stedelijk Museum, que contiene obras de Chagall, Picasso o Cézanne.
Si hablamos de la comida, no debemos perdernos manjares típicos como la tarta de manzana, panqueques de todo tipo o el arenque marinado. Todo esto, y lo que necesites, puedes comprarlo en los coloridos mercados que varios días a la semana se instalan en las calles: flores, frutas, carne, pescado, ropa, libros, artistas espontáneos…un poco de todo.
En nuestro viaje de fin de semana a Amsterdam, no debemos quedarnos en el hotel por la noche, pues ésta también ofrece muchas posibilidades. Es mejor que volvamos para el desayuno. Bares y restaurantes de todo tipo y para todos los gustos, discotecas, pubs, karaokes, etc.
Se trata de una ciudad mágica, con un aire de modernidad, pero con un toque tradicional. Una ciudad llena de contrastes que no nos podemos perder.