Sicilia (VIII) – El extremo occidental

Trapani, pequeña ciudad rica de historia, tuvo importancia en las guerras púnicas, cuando Amílcar hizo transportar aquí a todos los habitantes de la vecina Erice, de la que era emporio (puerto). Perdió relevancia en época romana para recuperarla en la Edad Media, cuando Fernando de Aragón le concedió sus favores, convirtiéndola en capital comercial, algo de lo que en cierta medida aún conserva el espíritu. Las visitas imprescindibles incluyen el Santuario dell’Annunziata, la Catedral de San Lorenzo, la iglesia de Santa Maria di Gesù y el Palazzo Ciambra, en interior de la judería y un magnífico ejemplo del estilo plateresco de derivación catalana, con una profusión de tallas en piedra que parece inspirada en la maestría de la orfebrería hebrea.

Sobre la montaña que domina Trapani, se alza Erice, de origen antiquísimo e incierto, centro de las disputas territoriales de la antigüedad y enclave de arcaico culto religioso relacionado con la navegación. Abandonada desde época romana, resurge con la dominación árabe y la reconquista normanda, que nos han dejado una población singular de estrechas calles empedradas, placitas y patios floridos. Destacan en ella la Chiesa Madre (s. XIV); el Castillo, erigido sobre las ruinas del templo de Venus; a su alrededor los Giardini del Balio y las Torres Medievales.

De origen fenicio, Marsala ha quedado ligada para siempre a la historia italiana por el desembarco de Garibaldi, que inició aquí la aventura que llevó a la unificación del Reino de Italia, y es conocida en todo el mundo por la elaboración del licor homónimo. El Duomo, dedicado a Santo Tomás de Canterbury, data de la época normanda, aunque ha sufrido múltiples transformaciones y modificaciones. Los Baños Termales son el principal edificio encontrado en el área de la antigua ciudad de Lilibeo (s. III-IV d.C.). La historia de Mozia, ciudad fundada en una pequeña isla en medio de una laguna al norte de Marsala, se remonta al s. VIII a.C., y fue una de las más prósperas colonias fenicias del Mediterráneo. Estaba rodeada por altos muros con torres de vigía y dos puertas todavía bien conservadas. Aún en proceso de excavación arqueológica, se pueden visitar casas adornadas con mosaicos y restos de un santuario funerario.

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Más al sur, en Mazara del Vallo, lugar de desembarco de los árabes en su conquista de la isla, que dejaron su huella indeleble en la ciudad, así como los normandos y todos los pueblos que han ido dominando Sicilia a lo largo de los siglos, son de interés el puerto canal, construido sobre el estuario del río Mazarò, y la catedral de San Salvatore. En Segesta, vale la pena visitar el teatro (s. V a.C.) y, sobre todo, el templo, uno de los ejemplos mejor conservados y más impresionantes ejemplos de arte dórico. Selinunte se considera uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del Mediterráneo y de Europa. En ella encontramos varios templos, dedicados a Hera, Apolo, Atenea y Dionisio, además de otras muchas construcciones civiles y religiosas. También son interesantes las canteras, rodeadas de olivos y en las que podemos ver enormes columnas a medio tallar, conformando un sugestivo paisaje.

Fotos: Turismo de Sicilia
Para más información: Web de turismo de Sicilia

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