No cabe duda que Roma es una de las ciudades más visitadas del mundo, tanto por la cantidad de monumentos y museos que podemos encontrar en ella como por el amplio abanico de rincones encantadores que puede proporcionar si nuestro objetivo es viajar en pareja. Hay que reconocer, sin embargo, que a veces puede resultar un tanto agobiante visitar según que puntos turísticos, un tanto masificados, como la Fontana di Trevi, la Plaza de España o los Museos Vaticanos (recinto que incluye la famosísima Capilla Sixtina, con obras de los mejores pintores del Renacimiento italiano, en especial de Miguel Ángel).
Así que si lo que queremos es evitar aglomeraciones y visitar estos lugares, lo mejor es hacerlo fuera de temporada y, si es posible, entre semana. Por otro lado, la capital transalpina ofrece otros alicientes de igual importancia histórica y artística, como los Foros y las ruinas en la colina de Palatino, o una visita no tan popular pero muy recomendable como la de las Termas de Caracalla, que muestra los restos de un impresionante complejo de baños públicos edificado a principios del siglo III. Un paseo entre estas vetustas piedras, trufadas de antiguos capiteles caídos y mosaicos que dejan entrever la magnificencia de la construcción, puede ser una de las mejores experiencias que nos llevemos de la Ciudad Eterna.
Naturalmente, la noche ofrece innumerables alicientes a una pareja en busca de una velada tranquila y romántica: las opciones son infinitas, pero como lugares paradigmáticos, podríamos recomendar alguno de los restaurantes más ocultos entre las callejuelas del barrio de Trastevere, alguna de las concurridas pero encantadoras terrazas de Piazza Navona, en el mismísimo corazón de la ciudad, o un aperitivo en la Isola Tiberina, un pequeño remanso de paz entre orilla y orilla del mítico río que atraviesa la ciudad. De todas maneras, lo mejor es aventurarse en busca de nuestro propio rincón favorito, algo que en Roma no nos será difícil encontrar y nos dejará con ganas de repetir la visita cuanto antes.
