Navegando por el Danubio.
En los últimos tiempos, los cruceros fluviales atraen a muchos viajeros. Los viajes por mar
tienen sus atractivos, pero pueden ser un poco monótonos. Por eso en las vacaciones de Semana Santa te propongo este precioso viaje en barco, recorrer el Danúbio visitando algunas de las bellas ciudades del corazón de Europa.
Al placer de navegar por un rio se une el atractivo de conocer las grandes y pequeñas y ciudades que se fueron originando al lado de los ríos para beneficiarse de ellos. Es el más cómodo y despreocupado medio de conocer un país. Se trata de unas vacaciones en libertad, para disfrutar con el paisaje, charlar con los amigos y descansar, no hay que estar pendiente de nada.
Tiene atractivos importantes: atracar en el puerto, visitar los pueblos y ciudades,volver al barco,
ambiente intimo, buena comunicación y convivencia con el resto de los pasajeros, imposibilidad
de marearse gracias a la estabilidad de los cauces fluviales…..
Sin duda una de las mejores opciones para un crucero fluvial es el Danubio, el segundo río más grande de Europa, que además transcurre por el corazón del viejo continente atravesando algunas de sus ciudades más bellas.
Dos itinerarios:
Puedes iniciar el viaje desde Budapest, de Hungría, o desde Linz, de Austria. Desde ambas llegarás a las grandes capitales de Austria, Eslovaquia y Hungría.
El recorrido te permitirá conocer también lugares con mucho encanto como el castillo de Durnstein, en el que estuvo encerrado Ricardo Corazón de León cuando volvió de las Cruzadas o la abadía de Melk, que inspiró las intrigas de Umberto
Eco en su gran novela «El nombre de la rosa».
Vamos a comenzar desde Linz, preciosa ciudad barroca, capital de la Alta Austria , se encuentra en la antígua ruta de la sal de los tiempos de los romanos. Esta ciudad fué un importante cruce de rutas comerciales. Dos personajes han marcado su historia, el emperador de la casa de Habsburgo, Federico III, que pasó aquí sus últimos años y la convirtió en la más importante del Imperio Romano- Germánico y Hitler, que allí fué a la escuela y más tarde quiso hacer de Linz el modelo de
ciudad que el queria. Junto con su arquitecto Albert Speer, hizo los planos de esa futura ciudad. De aquello solo queda el enorme Puente de los Nibelungos y un par de edificios.
La ciudad conserva su aire barroco, especialmente en su Plaza Mayor, con la característica columna a la Santísima Trinidad que recuerda el triunfo sobre la peste.
Cerca de Linz está otro recuerdo del cruel dictador: el campo de trabajo de Mathausen donde más de 110.000 personas fueron asesinadas, entre ellas más de 4.000 republicanos españoles. La visita es espeluznante.
Zarpa el barco y comienzan a bordo distintas actividades en las que puedes participar: historia de la zona, música, juegos, clases de baile, disfrutar paisajey del animado ir y venir de barcos por el Danubio, tomar el sol y beber una cerveza,
A las horas de las comidas, un buen surtido con especialidades de la región te espera.